lunes, 17 de octubre de 2016



Compartimos los primeros párrafos de la Exhortación Amoris Laetitia del resumen enviado por la Pastoral Social de Buenos Aires.
 

Síntesis


Amoris laetitia, sobre el amor en la familia 





“Amoris laetitia” (AL – “La alegría del amor”), la Exhortación apostólica post-sinodal “sobre el amor en la familia”, con fecha no casual del 19 de marzo, Solemnidad de San José, recoge los resultados de dos Sínodos sobre la familia convocados por Papa Francisco en el 2014 y en el 2015, cuyas Relaciones conclusivas son largamente citadas, junto a los documentos y enseñanzas de sus Predecesores y a las numerosas catequesis sobre la familia del mismo Papa Francisco. Todavía, como ya ha sucedido en otros documentos magisteriales, el Papa hace uso también de las contribuciones de diversas Conferencias episcopales del mundo (Kenia, Australia, Argentina...) y de citaciones de personalidades significativas como Martin Luther King o Eric Fromm. Es particular una citación de la película “La fiesta de Babette”, que el Papa recuerda para explicar el concepto de gratuidad. 
Premisa 


La Exhortación apostólica impresiona por su amplitud y articulación. Esta se subdivide en nueva capítulos y más de 300 párrafos. Se abre con siete párrafos introductivos que ponen en plena luz la conciencia de la complejidad del tema y la profundización que requiere. Se afirma que las intervenciones de los Padres en el Sínodo han compuesto un “precioso poliedro” (AL 4) que debe ser preservado. En este sentido, el Papa escribe que “no todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones del magisterio”. Por lo tanto para algunas cuestiones “en cada país o región se deben buscar soluciones más inculturadas, atentas a la tradiciones y a los desafíos locales. De hecho, “las culturas son muy diversas entre sí y todo principio general (...) tiene necesidad de ser inculturado, si quiere ser observado y aplicado”” (AL 3). Este principio de inculturación resulta verdaderamente importante incluso en el modo de plantear y comprender los problemas que, más allá de las cuestiones dogmáticas bien definidas del Magisterio de la Iglesia, no puede ser “globalizado”. 
Pero sobre todo el Papa afirma inmediatamente y con claridad que es necesario salir de la estéril contraposición entre la ansiedad de cambio y la aplicación pura y simple de normas abstractas. Escribe: “los debates que se dan en los medios de comunicación, en las publicaciones y aún entre ministros de la Iglesia, van desde un deseo desenfrenado de cambiar todo sin suficiente reflexión o fundamentación, hasta la actitud de pretender resolver todo aplicando normativas generales o extrayendo conclusiones excesivas de algunas reflexiones teológicas” (AL 2).